Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando las entradas de octubre, 2016

El gringo en el espejo.

A principios de los ochenta Tarapoto era solo un pueblo de calles polvorientas y no el imán de turistas que es ahora. En la tele la voz rasposa de Kim Carnes nos cantaba “Bette Davis Eyes” veintitrés veces al día. Nuestro Internet era la enciclopedia escolar “Bruño”. Los amigos más grandes eran nuestra única Wikipedia y la realidad se limitaba a lo que estos “gurús” sabían. Y lo que no sabían se lo inventaban. Problema resuelto.   Un día pregunté por aquellos extraños de piernas blancas y delgadas como yuca, de cámaras colgadas en sus cuellos rojos, lentes oscuros, y botella de agua en las manos que se veían rara vez por la ciudad. —Son gringos -dijo el más grande y sabiondo, que tenía diez años.  —¿Y qué hace los gringos? —Viajan por todo el mundo, pasean todo el día, comen en restaurantes, y en la noche se emborrachan con chicas bonitas—dijo el experto. A los seis años decidí que de grande sería un gringo. Con el tiempo aprendí que en Perú se usaba la palabra gringo pa

Aprender sin amor

Me tomó dos semanas darme cuenta que era mi alumna más cariñosa, un día para ver que le gustaba dibujar, y solo cinco minutos para darme cuenta de que era especial. Me esperaba fuera del aula. Tenía once años pero venía siempre a abrazarme con la alegría y la emoción de una pequeña de cinco años.  Corrían los meses previos a la caída de la dictadura fujimorista en el Perú. Yo me pagaba los estudios universitarios haciendo chapuzas y fungiendo de profesor de inglés en una escuela primaria.  El primer día de clases, para conocer el nivel de mis alumnos, decidí hacerles algunas preguntas básicas.  Cometí el error de escogerla a ella. Al ver como se secaba las manos sudorosas en la falda y como tragaba saliva ante mi pregunta decidí dejarla en paz. —¡Burra! —gritó alguien desde el fondo del aula.  Una carcajada colectiva estalló por un momento y hubiera seguido si yo no hubiera pedido silencio.  Me pasé media hora hablando del respeto que nos debemos entre compañ