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Mostrando las entradas de abril, 2018

Identidad robada.

“ Sospechamos que alguien ha robado su identidad y está comprando cosas a su nombre. Póngase en contacto con nosotros a la brevedad posible ”, decía el mensaje de texto sucinto y de tono engañoso, como CV de fujimorista.  Verifiqué primero si el número era de quien decía ser, luego llamé. Un operador telefónico, que no era el mío, me informaba que alguien había pedido, vía Internet y a crédito, el último iPhone y un plan telefónico post-pago a mi nombre. Cuando mi otro yo fue a recoger el paquete no pudo identificarse. Confiaba que en el tumulto de la oficina de correos un empleado estresado olvidaría pedirle la identificación, como me ha pasado un par de veces.   En menos de veinticuatro horas otra empresa se pondría en contacto conmigo. Esta vez, el mismo pendejo había hecho compras de equipos fotográficos por un monto cuatro veces mayor a mi sueldo mensual. Les pregunté que como podrían darle un crédito tan grande, así de fácil, a alguien que no era yo. Era simple. Robaron

Tetas de perra

—Te han salido “tetas de perra”— dijo el doctor. Así, sin más, como quien habla del clima. Sostuve su mirada por unos segundos. La noticia me golpeó pero no me sorprendió. Cualquier paciente hubiera preguntado qué era eso pero, por la expansión dorsal y la vascularidad de sus antebrazos, adiviné que el médico sabía que yo sabía de lo que éste hablaba. Pensé por un momento en hacerme el loco, pretender que no tengo ni puta idea de lo que el hombre de blanco decía.  —¿Qué tipo de anabólicos estás usando?— dijo el médico. —Deca. Solo un  par de veces. En mi país. En otro tiempo. No tuve el valor de negarlo. Llegue a la visita médica después de darme cuenta que mis tetillas habían crecido en punta roma y algo dobladas  hacia abajo, como picos de loro.  —¿Cuál es el tratamiento?— dije, esperando una respuesta diferente a la que ya sabía. —No soy especialista, pero temo que la única opción es la cirugía. Pero el seguro no cubrirá la operación. Algunos errores de la j